martes, 15 de julio de 2008
Un cronopio en Nueva York
Un cronopio es como un camaleón y, claro, en una ciudad camaleónica como Nueva York se vuelve loco. Hoy puede ser una cajera-24 horas-hispana de un gran almacén, mañana una jovencita-blanca-estudiente de Columbia; una china dueña del monopolio tiendil del barrio o una negra de voz carnosa y culo prieto de Harlem. Después de un día subiendo y bajando Manhattan, el pobre cronopio queda agotado; llega a casa y tira su libretita de notas en el sofá, se tira él también y se duerme rendido de tanta metamorfosis, y sueña que es una escama de una larga serpiente tornasolada que desde Brooklyn ven bailar los niños buenos.
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